Martes, 11 Diciembre 2012 05:15

Ya se sienten los vientos y aires navideños. Orlando Castro

A escasos días de que llegue la Noche Buena y termine el año, la gente comienza en una acelerada actividad de reuniones y fiestas con familiares, amigos y hasta conocidos; también se inicia un proceso importante de gasto, donde vemos el comercio abarrotado de gente, que anda en busca de regalos para obsequiar con motivo de ese relativa nueva costumbre del “amigo Invisible”, esa tradición importada del “Black Friday” para rematar en el intercambio de presentes en la Noche Buena.

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Esta actividad consumista como que adormece a la gente en el verdadero e importante espíritu que debe prevalecer en esta época, que fundamentalmente, es ser solidarios con nuestro prójimo.
Pero también este período en algunas personas, provoca un estado mental no muy positivo pues surgen sentimientos de nostalgia y hasta culpabilidad por aquellos seres amados que ya no están con nosotros pues siguiendo el ciclo normal de la vida, ya han pasado a una nueva dimensión, donde todo lo mundano pierde su significado y su razón de ser.
Y es que esa experiencia de separación debería servirnos para tener claro que cuando alguien deja este mundo, ya no importa el auto nuevo y lujoso, tampoco cuenta la casa amplia con grandes comodidades, en fin, ya no importan las posesiones materiales. Cuando se deja este mundo lo único importante es lo positivo que hayamos hecho por mejorar un poquito, al menos, el mundo que nos tocó vivir, a partir del la solidaridad y amor que se haya sido capaz desinteresadamente de dar a los demás y para quienes quedan esperando su propia partida, no perder de vista lo que realmente es importante de vivir.
Ahora en estos tiempos de fin e inicio de año, lo que salta a la conciencia de algunas personas, es una serie de sentimientos negativos, que los deprimen porque sienten que, en el año que termina, no dieron lo mejor de sí y que se quedaron cortos en alcanzar las metas propuestas y también en poner al servicio de los demás los dones que se nos gratuitamente nos dieron cuando vinimos a este mundo.
Sin embargo, también hay otras personas que experimentan otros sentimientos, de una profunda paz, porque a pesar de los errores cometidos por las flaquezas propias a la naturaleza humana, también existe conciencia de que siempre se quiso actuar pensando en hacer lo mejor y sin pretender dañar a nadie.
Errores, desaciertos siempre estarán presentes en la vida de todo ser humano pero también lo estará, mientras haya vida, la posibilidad de rectificar, la posibilidad de gestar el cambio mental sobre la manera cómo vemos a quienes nos rodean y cómo nos relacionamos con ellos. Si hemos sido piedra de tropiezo para otra persona pues a tomar conciencia de ello y a buscar la mejor manera de resarcirla de alguna forma a esa persona que de manera, directa o indirecta, ha sido víctimas de nuestro enojo, egoísmo, nuestra vanidad; en fin de nuestra falta de capacidad de ser solidarios y de amar.

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