Martes, 09 Agosto 2011 05:23

Vale la pena de matar para curar.

Ese fue el argumento que se debatió cuando se inicio la iniciativa de Costa Rica de oponerse a toda clonación humana valorando la dignidad humana. Era la misma idea que tenía este país, cuando Fernando Volio lanzó la iniciativa en contra de la segregación racial. La misma idea tenía Tomas Guardia, cuando eliminó la pena de muerte.
Al plantearnos el tema de la fecundación in vitro, estamos en el mismo punto de vista. Costa Rica es reconocida internacionalmente por la defensa de la vida humana. No se puede tener un ser humano a toda costa, y menos sacrificando otros seres humanos.
El embrión es persona con su dignidad y sus derechos. Aunque sea en un laboratorio perfecto, ese ser humano que vamos a lanzar al desaguadero, puede ser otro Clorito Picado u otro Víctor Manuel Sanabria. El canto a la vida único es irrepetible, no hay costarricense desechable, ni sobrante. Y es por ello que siempre  tenemos que tener profundo respeto de la mujer y de su  deseo de maternidad.
Esto lo entendí muy bien cuando fui al campo de concentración de Auswich. Allí, cuando la delegación de Costa Rica, rindió silencio, era por algo muy propio de Costa Rica: por los que habían muerto por el simple hecho de no ser reconocida su dignidad humana. Se trata ciertamente de acoger la vida y respetar la maternidad.
Ese fue el mensaje que me quedo. Cuando salí de ese campo de concentración, entendí, que debo defender la dignidad humana siempre.
Ese fue el argumento que se debatió cuando se inicio la iniciativa de Costa Rica de oponerse a toda clonación humana valorando la dignidad humana. Era la misma idea que tenía este país, cuando Fernando Volio lanzó la iniciativa en contra de la segregación racial. La misma idea tenía Tomas Guardia, cuando eliminó la pena de muerte.
Al plantearnos el tema de la fecundación in vitro, estamos en el mismo punto de vista. Costa Rica es reconocida internacionalmente por la defensa de la vida humana. No se puede tener un ser humano a toda costa, y menos sacrificando otros seres humanos.
El embrión es persona con su dignidad y sus derechos. Aunque sea en un laboratorio perfecto, ese ser humano que vamos a lanzar al desaguadero, puede ser otro Clorito Picado u otro Víctor Manuel Sanabria. El canto a la vida único es irrepetible, no hay costarricense desechable, ni sobrante. Y es por ello que siempre  tenemos que tener profundo respeto de la mujer y de su  deseo de maternidad.
Esto lo entendí muy bien cuando fui al campo de concentración de Auswich. Allí, cuando la delegación de Costa Rica, rindió silencio, era por algo muy propio de Costa Rica: por los que habían muerto por el simple hecho de no ser reconocida su dignidad humana. Se trata ciertamente de acoger la vida y respetar la maternidad.
Ese fue el mensaje que me quedo. Cuando salí de ese campo de concentración, entendí, que debo defender la dignidad humana siempre.
Comentario de José Joaquín Chaverri

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