Lunes, 14 Marzo 2011 09:48

UN PROYECTO DE PRO ARTES

La presentación de espectáculos de arte en nuestro país es cosa difícil. Generalmente el artista carece de un apoyo inmediato, y, si necesita de un local para ensayar su proyecto o para reunirse carece igualmente de los medios económicos para sustentarlo. Así las cosas, siempre va en detrimento personal alcanzar metas que requieren muchas veces de meses y meses de preparación. La consecución del dinero, la dirección del proyecto y el apoyo de la empresa privada son un logro casi milagroso.
Entre los programas presentados por el Ministerio de Cultura está  el Proyecto Pro Artes, una forma de acercarse a aquellos artistas que presentaron una petición y un proyecto por hacer,  dando detalle exacto de su ejecución. De tal logro sale la presentación del espectáculo LLORONA, DUELO, DUENDE Y COMPAS a presentarse por la Compañía Flamenca de Cal y Canto en el Teatro Nacional los días 11 y 12 de marzo.
Representa un acercamiento, llámese fusión flamenca, entre la danza contemporánea y el  flamenco. Respetando la estructura tradicional del cante y el baile flamencos, los bailarines se desplazan por el escenario marcando un compás, aquel del sentimiento y del logro dancístico. SE ha realizado una labor que otros también han hecho de horas y horas de ensayos, prácticas y privaciones. Así lograrán el exitoso final de su proyecto.
El flamenco en Costa Rica se inició en los años 70, con la instalación de la Escuela Superior de Bailes Españoles de Pepe Bronce, un argentino español  que a su paso por nuestro país dejó alguna enseñanza precisa  en este género. Posteriormente,  cuando se inauguró la Compañía Nacional de Danza nosotros iniciábamos nuestra lucha por implantar un arte difícil y desconocido para muchos. La danza contemporánea reinaba y Mireya Barboza, pionera insigne de esta disciplina iniciaba el Taller Nacional de Danza. Especialmente en los últimos diez años, y con la enseñanza de maestros internacionales, nos vamos dando cuenta de que contamos con una numerosa afición flamenca. Son muchos los espectáculos y el esfuerzo de costarricenses por dar a conocer su música, su cante y su baile. Son horas y horas de  trabajo, dedicación e ilimitada disciplina para moverse a su aire.
Bueno es recordar que todo aprendizaje requiere de repetición, premisa indispensable para aprehender un conocimiento. La lucha nuestra reside no en tener un mundo artístico, pues es bien sabido que somos un pueblo altamente receptivo y lleno de posibilidades. La lucha nuestra reside en nuestro comportamiento. Durante cuarenta años de experiencia en la danza, he visto pasar gente maravillosamente bien dotada, y  al llegar al momento de la definición aparece siempre el “no puedo”, “no tengo tiempo” o la imposibilidad de compartir la vida diaria con varias disciplinas a la vez. Un niño holandés a los diez años habla tres idiomas, sin el “pobrecito” que nosotros nos achacamos;  un maestro pianista ruso ha logrado niños virtuosos en Costa Rica, milagro realizado en pocos años de vivir aquí. Nosotros continuamos con  el amor a lo poquito, al menor esfuerzo.
No olvidemos que un pueblo sin arte es raquítico, desteñido y arrastra un cansancio de lo mediocre. En el campo de la danza, el artista costarricense enfrenta  el reto de cuidar su cuerpo y su espíritu para desarrollar su mundo interior, aquel que se devela cuando se expresa en el escenario. Es asumiendo totalmente este compromiso como puede llegar a un nivel altamente satisfactorio, es desde la misma infancia, cuando forma su cuerpo en una barra y con unos ejercicios extenuantes y repetitivos, cuando logra dominar su presencia en el espacio. Apoyemos a nuestra juventud y enseñémosle desde la niñez, a superar el conformismo, y asumir, como la Llorona Flamenca, ese enfrentamiento con la vida, que lo hace crecer en su arte y conseguir la excelencia.
Damaris Fernández Pinto
Promotora de Arte Flamenco
La presentación de espectáculos de arte en nuestro país es cosa difícil. Generalmente el artista carece de un apoyo inmediato, y, si necesita de un local para ensayar su proyecto o para reunirse carece igualmente de los medios económicos para sustentarlo. Así las cosas, siempre va en detrimento personal alcanzar metas que requieren muchas veces de meses y meses de preparación
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La consecución del dinero, la dirección del proyecto y el apoyo de la empresa privada son un logro casi milagroso.
Entre los programas presentados por el Ministerio de Cultura está  el Proyecto Pro Artes, una forma de acercarse a aquellos artistas que presentaron una petición y un proyecto por hacer, dando detalle exacto de su ejecución. De tal logro sale la presentación del espectáculo LLORONA, DUELO, DUENDE Y COMPAS a presentarse por la Compañía Flamenca de Cal y Canto en el Teatro Nacional los días 11 y 12 de marzo.
Representa un acercamiento, llámese fusión flamenca, entre la danza contemporánea y el  flamenco. Respetando la estructura tradicional del cante y el baile flamencos, los bailarines se desplazan por el escenario marcando un compás, aquel del sentimiento y del logro dancístico. SE ha realizado una labor que otros también han hecho de horas y horas de ensayos, prácticas y privaciones. Así lograrán el exitoso final de su proyecto.
El flamenco en Costa Rica se inició en los años 70, con la instalación de la Escuela Superior de Bailes Españoles de Pepe Bronce, un argentino español  que a su paso por nuestro país dejó alguna enseñanza precisa  en este género. Posteriormente,  cuando se inauguró la Compañía Nacional de Danza nosotros iniciábamos nuestra lucha por implantar un arte difícil y desconocido para muchos. La danza contemporánea reinaba y Mireya Barboza, pionera insigne de esta disciplina iniciaba el Taller Nacional de Danza. Especialmente en los últimos diez años, y con la enseñanza de maestros internacionales, nos vamos dando cuenta de que contamos con una numerosa afición flamenca. Son muchos los espectáculos y el esfuerzo de costarricenses por dar a conocer su música, su cante y su baile. Son horas y horas de  trabajo, dedicación e ilimitada disciplina para moverse a su aire.
Bueno es recordar que todo aprendizaje requiere de repetición, premisa indispensable para aprehender un conocimiento. La lucha nuestra reside no en tener un mundo artístico, pues es bien sabido que somos un pueblo altamente receptivo y lleno de posibilidades. La lucha nuestra reside en nuestro comportamiento. Durante cuarenta años de experiencia en la danza, he visto pasar gente maravillosamente bien dotada, y  al llegar al momento de la definición aparece siempre el “no puedo”, “no tengo tiempo” o la imposibilidad de compartir la vida diaria con varias disciplinas a la vez. Un niño holandés a los diez años habla tres idiomas, sin el “pobrecito” que nosotros nos achacamos;  un maestro pianista ruso ha logrado niños virtuosos en Costa Rica, milagro realizado en pocos años de vivir aquí. Nosotros continuamos con  el amor a lo poquito, al menor esfuerzo.
No olvidemos que un pueblo sin arte es raquítico, desteñido y arrastra un cansancio de lo mediocre. En el campo de la danza, el artista costarricense enfrenta  el reto de cuidar su cuerpo y su espíritu para desarrollar su mundo interior, aquel que se devela cuando se expresa en el escenario. Es asumiendo totalmente este compromiso como puede llegar a un nivel altamente satisfactorio, es desde la misma infancia, cuando forma su cuerpo en una barra y con unos ejercicios extenuantes y repetitivos, cuando logra dominar su presencia en el espacio. Apoyemos a nuestra juventud y enseñémosle desde la niñez, a superar el conformismo, y asumir, como la Llorona Flamenca, ese enfrentamiento con la vida, que lo hace crecer en su arte y conseguir la excelencia.
Damaris Fernández Pinto
Promotora de Arte Flamenco

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