Sábado, 25 Septiembre 2010 08:54

MINAS VERDES ENTRE MONTES DE ORO

MINAS VERDES ENTRE MONTES DE ORO
Heriberto Valverde Castro
“Oro no es, plata no es”, nos decían las abuelas en aquella adivinanza
cuya sabiduría solo el tiempo vino a poner en evidencia. Sí, el oro y
la plata no fueron ni son nuestra riqueza; el verdor de nuestros
valles y montañas es el verdadero tesoro que impresionó en el pasado a
los conquistadores y hoy conquista los corazones de los visitantes
nacionales y extranjeros, brindándonos desde sus entrañas la más
preciada riqueza.
Y si hay un cantón cuya población con el paso del tiempo ha debido
valorar esa realidad, ese es Montes de Oro, más conocido por su
cabecera Miramar; porque allí, a un alto costo inmediato, la gente ha
sabido escoger, frente al oro fácil, el verdor de la naturaleza, la
preservación de las montañas y de sus milenarios habitantes: flora,
fauna y agua.
Laguna, Palmital, Cedral, Zapotal y algunas otras pequeñas
poblaciones, conforman ese norte del cantón de Montes de Oro, un
verdadero paraíso, un emporio de belleza y de riquezas naturales que
los habitantes se han propuesto cuidar para compartir con los
visitantes y en muchos casos convertirlos en una fuente sostenible de
ingresos y bienestar.
Varios proyectos turísticos se han ido desarrollando en aquella zona
con el esfuerzo de algunas familias y grupos cooperativos. La belleza
escénica del lugar, el verdor de las montañas, la abundancia de
quebradas, ríos, pequeñas lagunas, flora y fauna diversa, todo  invita
a ir a aquella región y complacerse con la estadía en ella.
Existe un proyecto de carretera denominado la ruta del quetzal, que va
desde el cantón de San Ramón, concretamente de la zona de La Paz,
atravesando todo el norte del cantón de Montes de Oro, hasta
Arancibia, en el norte del cantón central de Puntarenas, en las faldas
sureñas de las montañas de Santa Elena y Monteverde. Su nombre
sintetiza la belleza de los pasajes por los que transcurre esa vía que
ya está debidamente trazada, y en verano se puede recorrer en vehículo
de doble tracción. El principal obstáculo lo constituye la falta de
puentes.
Pero pese al despunte turístico, la actividad agrícola y lechera sigue
siendo la base de la actividad socioeconómica en aquella región. Por
ello, al hablar de caminos y carreteras el asunto se vuelve urgente.
La carretera que une el norte del cantón con su cabecera, Miramar, es
la única vía que tienen los productores para sacar sus productos y
para acarrear los insumos tanto para sus familias como para sus
sembradíos. Pero dicha vía, principalmente a partir de Palmital, está
prácticamente destruida. Y ni qué decir de los caminos de penetración
de las localidades más pequeñas. ¿De qué les vale a estos sacrificados
campesinos lograr que la tierra y el ganado lechero les dé buenos
frutos si luego no pueden sacarlos al mercado?
Y además de los caminos hay otros apartados en los que estas
comunidades necesitan apoyo, especialmente en asesoramiento agrícola y
búsqueda de mercados. Por eso urge que la municipalidad de Montes de
Oro, el MOPT, el MAG y el CNP acudan en auxilio de estos campesinos.
De lo contrario ellos perderán sus tierras, sus proyectos familiares
se derrumbarán y como país nos ganaremos otro grave problema social
“Oro no es, plata no es”, nos decían las abuelas en aquella adivinanza cuya sabiduría solo el tiempo vino a poner en evidencia. Sí, el oro y
la plata no fueron ni son nuestra riqueza; el verdor de nuestros valles y montañas es el verdadero tesoro que impresionó en el pasado a
los conquistadores y hoy conquista los corazones de los visitantes nacionales y extranjeros, brindándonos desde sus entrañas la más
preciada riqueza.
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Y si hay un cantón cuya población con el paso del tiempo ha debido valorar esa realidad, ese es Montes de Oro, más conocido por su
cabecera Miramar; porque allí, a un alto costo inmediato, la gente ha sabido escoger, frente al oro fácil, el verdor de la naturaleza, la
preservación de las montañas y de sus milenarios habitantes: flora, fauna y agua.
Laguna, Palmital, Cedral, Zapotal y algunas otras pequeñas poblaciones, conforman ese norte del cantón de Montes de Oro, un
verdadero paraíso, un emporio de belleza y de riquezas naturales que los habitantes se han propuesto cuidar para compartir con los
visitantes y en muchos casos convertirlos en una fuente sostenible de ingresos y bienestar.
Varios proyectos turísticos se han ido desarrollando en aquella zona con el esfuerzo de algunas familias y grupos cooperativos. La belleza
escénica del lugar, el verdor de las montañas, la abundancia de quebradas, ríos, pequeñas lagunas, flora y fauna diversa, todo  invita
a ir a aquella región y complacerse con la estadía en ella.
Existe un proyecto de carretera denominado la ruta del quetzal, que va desde el cantón de San Ramón, concretamente de la zona de La Paz, atravesando todo el norte del cantón de Montes de Oro, hasta Arancibia, en el norte del cantón central de Puntarenas, en las faldas
sureñas de las montañas de Santa Elena y Monteverde. Su nombre sintetiza la belleza de los pasajes por los que transcurre esa vía que
ya está debidamente trazada, y en verano se puede recorrer en vehículo de doble tracción. El principal obstáculo lo constituye la falta de
puentes.
Pero pese al despunte turístico, la actividad agrícola y lechera sigue siendo la base de la actividad socioeconómica en aquella región. Por
ello, al hablar de caminos y carreteras el asunto se vuelve urgente.
La carretera que une el norte del cantón con su cabecera, Miramar, es la única vía que tienen los productores para sacar sus productos y
para acarrear los insumos tanto para sus familias como para sus sembradíos. Pero dicha vía, principalmente a partir de Palmital, está
prácticamente destruida. Y ni qué decir de los caminos de penetración de las localidades más pequeñas. ¿De qué les vale a estos sacrificados campesinos lograr que la tierra y el ganado lechero les dé buenos frutos si luego no pueden sacarlos al mercado?
Y además de los caminos hay otros apartados en los que estas comunidades necesitan apoyo, especialmente en asesoramiento agrícola y
búsqueda de mercados. Por eso urge que la municipalidad de Montes de Oro, el MOPT, el MAG y el CNP acudan en auxilio de estos campesinos.
De lo contrario ellos perderán sus tierras, sus proyectos familiares se derrumbarán y como país nos ganaremos otro grave problema social

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