Martes, 06 Marzo 2012 05:03

La impunidad es la gran responsable de la nuestra descomposición social

Estimadas amigas y amigos que el título de este comentario no los induzca a error pues en él no me refiero solo a quienes cometen delitos punibles con sustento al Código Penal, que por cierto, también los hay y desafortunadamente no son pocos casos.
Si no que me refiero a esas pequeñas pero demoledoras conductas que cotidianamente, se cometen en nuestras calles y actividades diarias, donde se ignora el respeto al derecho ajeno y las mínimas consideraciones de gentileza y cordialidad entre las personas.
Basta poner atención a la constante violación a las normas de tránsito que buscan, fundamentalmente, facilitar de manera inteligente y respetuosa la fluidez de la flotilla vehicular del país pero a la vez, proteger la integridad física de los transeúntes y conductores; sin embargo, cuál es la respuesta que recibe quien sintiéndose muy audaz, irrespeta una luz roja, raya por la derecha y adelanta irrespetando la doble raya amarilla, solo para ubicarse en el primer lugar de una larga fila, donde otros conductores estoica y responsablemente llevan largos e interminables minutos, como dije la gente, a vuelta de rueda, no existe ninguna sanción ni legal, ni social para quien así actúa.
La conducta anterior es abiertamente sociópata pues atenta contra la Sociedad misma, contra sus leyes pero de manera primaria contra el resto del conglomerado social, sobretodo de quienes, a pesar de todo, se fuerzan a sí mismos a ser respetuosos de las leyes y de los otros seres humanos.
Desafortunadamente, esa indeseable práctica, no sólo la observamos en nuestras carreteras y caminos, sino que también se presenta en una simple fila para realizar un trámite ante un determinada dependencia o incluso para subir a un bus, causando el lógico malestar en el ánimo de las personas, quienes prácticamente se sienten como estúpidos por respetar las leyes y los derechos de los demás y quienes, ya que quienes actúan así, salen impunes y sin mayores consecuencias de sus sociópatas acciones.
Sin duda, no tiene mayor trascendencia la existencia de una gran cantidad de leyes para todo, si a la hora de hacerlas respetar, existe un grupo de personas que las ignora, actuando de manera contraria a lo establecido y además no sufren consecuencia alguna por sus desdeñables y desconsideradas actuaciones.
Mientras no existan sanciones formales, consecuencias reales y también el repudio social contra quienes, de manera abusiva, irrespetan las leyes y los derechos de los demás, seguiremos caminado por la senda de la descomposición social, con todo lo grave que eso implica para una sana, pacífica e inteligente convivencia social.
Estimadas amigas y amigos que el título de este comentario no los induzca a error pues en él no me refiero solo a quienes cometen delitos punibles con sustento al Código Penal, que por cierto, también los hay y desafortunadamente no son pocos casos.
Si no que me refiero a esas pequeñas pero demoledoras conductas que cotidianamente, se cometen en nuestras calles y actividades diarias, donde se ignora el respeto al derecho ajeno y las mínimas consideraciones de gentileza y cordialidad entre las personas.
Basta poner atención a la constante violación a las normas de tránsito que buscan, fundamentalmente, facilitar de manera inteligente y respetuosa la fluidez de la flotilla vehicular del país pero a la vez, proteger la integridad física de los transeúntes y conductores; sin embargo, cuál es la respuesta que recibe quien sintiéndose muy audaz, irrespeta una luz roja, raya por la derecha y adelanta irrespetando la doble raya amarilla, solo para ubicarse en el primer lugar de una larga fila, donde otros conductores estoica y responsablemente llevan largos e interminables minutos, como dije la gente, a vuelta de rueda, no existe ninguna sanción ni legal, ni social para quien así actúa.
La conducta anterior es abiertamente sociópata pues atenta contra la Sociedad misma, contra sus leyes pero de manera primaria contra el resto del conglomerado social, sobretodo de quienes, a pesar de todo, se fuerzan a sí mismos a ser respetuosos de las leyes y de los otros seres humanos.
Desafortunadamente, esa indeseable práctica, no sólo la observamos en nuestras carreteras y caminos, sino que también se presenta en una simple fila para realizar un trámite ante un determinada dependencia o incluso para subir a un bus, causando el lógico malestar en el ánimo de las personas, quienes prácticamente se sienten como estúpidos por respetar las leyes y los derechos de los demás y quienes, ya que quienes actúan así, salen impunes y sin mayores consecuencias de sus sociópatas acciones.
Sin duda, no tiene mayor trascendencia la existencia de una gran cantidad de leyes para todo, si a la hora de hacerlas respetar, existe un grupo de personas que las ignora, actuando de manera contraria a lo establecido y además no sufren consecuencia alguna por sus desdeñables y desconsideradas actuaciones.
Mientras no existan sanciones formales, consecuencias reales y también el repudio social contra quienes, de manera abusiva, irrespetan las leyes y los derechos de los demás, seguiremos caminado por la senda de la descomposición social, con todo lo grave que eso implica para una sana, pacífica e inteligente convivencia social.

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