Martes, 26 Junio 2012 05:03

La duplicidad estatal: ¿pago de favores políticos?

A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.
El artículo señala además que este tipo de gastos de duplicidad administrativa han crecido en un 60% en los últimos cuatro años, señalando el foco del problema en los Órganos Desconcentrados que se encuentran bajo la tutela de algunos ministerios; en estos órganos, en cuestión de cuatro años los salarios reales han aumentado en un 30% (mientras que en el sector privado dicho crecimiento fue de apenas un 3%). Mientras tanto un poder ejecutivo con cada vez menos credibilidad pregona la contención del gasto…
Como si fuera poco, la efectividad de estos órganos es muy baja, pues mientras el resto del gobierno destina entre un 25% y un 30% de su presupuesto en funciones administrativas, estos órganos salarialmente privilegiados gastan hasta un 40% de su presupuesto en dichas funciones. Es decir, se gastan buena parte de sus recursos en salarios, en lugar de dedicarse a lograr los objetivos por los que fueron creados.
Esto mismo se ve reflejado en la baja calificación de eficiencia que estos órganos obtienen en un estudio de la Contraloría. ¿Será que ahí es donde se pagan los favores políticos y se les da trabajo a los pega banderas?
Todos estos órganos descentralizados tienen sus propios departamentos legales, de recursos humanos, financieros y proveeduría, entre otros. Entonces, es cuestión de centralizar todas estas labores dentro del ministerio al que los órganos estén adscritos. El vicio de la duplicidad estatal se puede resolver; es cuestión de Voluntad Política.
El gobierno aún puede reivindicarse. El nuevo Ministro de Hacienda, Edgar Ayales, habla de su interés de revisar los gastos de la gran mayoría del sector público, incluidas las instituciones autónomas y descentralizadas. Él mismo le dijo a La República que tenía “…un gran entusiasmo de ver ministerio por ministerio de qué manera racionalizamos cada institución. Hay una fuente de ahorro que podría ser importante en el manejo eficiente de las finanzas públicas”.
En el Presupuesto  2013, el gobierno tiene la oportunidad de hacer que las palabras de Ayales no se las lleve el viento. Tienen la oportunidad de corregir al menos parte de este despilfarro que se está dando en los órganos desconcentrados adscritos a los ministerios. Esperemos que el gobierno sepa responder a la necesidad país de mejorar las finanzas a través del control de gastos innecesarios y terminar de una vez por todas con el Clientelismo Político.
PATRICIA PÉREZ HEGG
A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.
El artículo señala además que este tipo de gastos de duplicidad administrativa han crecido en un 60% en los últimos cuatro años, señalando el foco del problema en los Órganos Desconcentrados que se encuentran bajo la tutela de algunos ministerios; en estos órganos, en cuestión de cuatro años los salarios reales han aumentado en un 30% (mientras que en el sector privado dicho crecimiento fue de apenas un 3%). Mientras tanto un poder ejecutivo con cada vez menos credibilidad pregona la contención del gasto…
Como si fuera poco, la efectividad de estos órganos es muy baja, pues mientras el resto del gobierno destina entre un 25% y un 30% de su presupuesto en funciones administrativas, estos órganos salarialmente privilegiados gastan hasta un 40% de su presupuesto en dichas funciones. Es decir, se gastan buena parte de sus recursos en salarios, en lugar de dedicarse a lograr los objetivos por los que fueron creados.
Esto mismo se ve reflejado en la baja calificación de eficiencia que estos órganos obtienen en un estudio de la Contraloría. ¿Será que ahí es donde se pagan los favores políticos y se les da trabajo a los pega banderas?
Todos estos órganos descentralizados tienen sus propios departamentos legales, de recursos humanos, financieros y proveeduría, entre otros. Entonces, es cuestión de centralizar todas estas labores dentro del ministerio al que los órganos estén adscritos. El vicio de la duplicidad estatal se puede resolver; es cuestión de Voluntad Política.
El gobierno aún puede reivindicarse. El nuevo Ministro de Hacienda, Edgar Ayales, habla de su interés de revisar los gastos de la gran mayoría del sector público, incluidas las instituciones autónomas y descentralizadas. Él mismo le dijo a La República que tenía “…un gran entusiasmo de ver ministerio por ministerio de qué manera racionalizamos cada institución. Hay una fuente de ahorro que podría ser importante en el manejo eficiente de las finanzas públicas”.
En el Presupuesto  2013, el gobierno tiene la oportunidad de hacer que las palabras de Ayales no se las lleve el viento. Tienen la oportunidad de corregir al menos parte de este despilfarro que se está dando en los órganos desconcentrados adscritos a los ministerios. Esperemos que el gobierno sepa responder a la necesidad país de mejorar las finanzas a través del control de gastos innecesarios y terminar de una vez por todas con el Clientelismo Político.
PATRICIA PÉREZ HEGG

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