Martes, 03 Diciembre 2013 07:19

El reto de Adviento.

Desde el siglo IV el Adviento es un tiempo que permite al cristiano prepararse para vivir con intensidad, realismo y conciencia la fiesta de Navidad.

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Al inicio, se trataba de una pequeña cuaresma. La oración, el ayuno y la lucha por crecer de cara a un proceso de conversión resultaban los ingredientes claves.

Al llegar la reforma litúrgica del concilio Vaticano II, el tiempo de Adviento recobró un doble énfasis que había perdido por un tiempo. Es este un tiempo para disponerse a la segunda venida de Cristo o Parusía, pero también para tomar ánimos y celebrar bien la conmemoración de la primera venida, esto es, el recuerdo del acontecimiento de la encarnación del Hijo de Dios hace dos mil años en Belén de Judea.

De nuevo la Iglesia invitó a sus fieles a vivir estas cuatro semanas en plan de crecer en su vivencia de fe. Y ello en un tiempo con dos etapas fácilmente identificables: la primera, antes del 17 de diciembre, que pone su énfasis en la Parusía y en la que las figuras claves son Isaías y Juan el Bautista. La segunda, luego del 17, cuando todo apunta a preparar el ánimo de los fieles para la fiesta que recuerda la encarnación y que tiene otros protagonistas: María y José.

Lamentablemente, el comercio y el consumo han ido ganando la partida. De esta manera, el impacto comercial ha ido ahogando el adviento. Es tiempo, pues, de recuperarlo.

En momentos en que la publicidad habla de Navidad desde agosto, el adviento nos recuerda que ese tiempo llegará hasta la tarde del día 24 de diciembre y que, mientras tanto, queda andar con deseos de crecer como discípulos del Señor un día sí y otro también.

Convertirse, construir Reino y preparar el camino del Señor será el gran mensaje de Juan el Bautista. Animarse para decir sí y querer hacer siempre la voluntad de Dios es lo que nos enseña María.

Adviento es una bella aventura que hemos de aprovechar de la mejor manera. En tiempos de insignificancia y pensamiento débil, pensar en grandes cosas es sano para todos. Dejar de largo lo banal es urgente para quien no desea pactar con lo que hace mediocre al ser humano.

Ojalá que al final de esta ruta de Adviento podamos decir con satisfacción: efectivamente lo logré, soy mejor, animé a los míos con mi ejemplo y puse mi grano de arena para construir una sociedad mas justa, feliz y santa.

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