Martes, 28 Junio 2011 04:34

El que gobierna, ¡que gobierne!

Angela Vallvey, columnista de La Razón de España, recientemente escribía una columna titulada “Me ofende usted” y se refería a algunas expresiones inaceptables que, a lo largo de su mandato, ha tenido como costumbre el presidente del gobierno español.
Ya mirando el contexto costarricense y en la edición de La República del pasado 3 de mayo, aparece una nota periodística firmada por Natasha Cambronero, que se titula “Oficialismo responsabiliza a oposición por rumbo del país” y allí se dice que la bancada del partido de gobierno “responsabilizó a la oposición del rumbo que en adelante tome Costa Rica”.
Me parece que, perfectamente, luego de leer este criterio de los liberacionistas en la Asamblea Legislativa podríamos utilizar para titular la impresión que nos causa esa afirmación, el título de la columna de La Razón de que  hablábamos antes.
Nos ofenden estas aseveraciones. Es la impresión que nos queda. La mínima inteligencia anima a rechazar como falacia cuanto la bancada de gobierno afirma de cara al futuro inmediato de nuestro país.
Lo ocurrido en el congreso, como ya se ha dicho en diferentes medios, fue como una crónica de una muerte anunciada. Los fallos en el manejo de la relación ejecutivo-legislativo de parte del Ministerio de la  Presidencia, el protagonismo de la lucha prematura de tendencias en el seno de la fracción del Partido Liberación y algunas formas innecesarias de prepotencia, sumadas a la impericia mostrada por el Ejecutivo en estos últimos meses, son las causas que han llevado al revés dramático sufrido por el partido gobernante.
Mas, sin embargo, el Partido Liberación Nacional es el partido de gobierno y preside el Ejecutivo. Eso es claro. La gestión de la administración Chinchilla será juzgada por la historia por lo que se logre desde Zapote y no por lo que se deje  hacer o se impida alcanzar desde Cuesta de Moras.
Si el control del directorio de la Asamblea lo perdió el oficialismo fue por su propia manera de proceder. Ni más ni menos. No se declinó nada, sencillamente se perdió. Pero el Ejecutivo es quien debe dar la cara ante la historia y la tiene muy difícil en este momento.
Decir que el problema del gobierno es, de ahora en adelante, “de otros”, resulta ser una afirmación que hiere la inteligencia de cualquier costarricense mínimamente enterado de los vaivenes de nuestra manera caótica de gestionar la res pública. Liberación está al frente del Ejecutivo, dejó al primer poder de la República en manos de una coalición débil y con enormes diferencias a su interior que pronto pueden comenzar a cobrar su tributo.
Como ha afirmado el anterior presidente de la Asamblea, ojalá la gestión de la alianza opositora sea exitosa. Este es un deseo que se impone de cara al bien común que es, como todos sabemos, el bien interno de la política. Ojalá también que el diálogo entre el poder Ejecutivo y el Legislativo sea fluido y resulte prioritario, para todos los partidos de nuestro plurifacético congreso,  el interés de la Patria. Ojalá que sea así para evitar el caos y el malestar del pueblo.
Pero eso sí, que quede claro que el partido que gobierna es Liberación, que la noción de cogobierno es exagerada y que lo que ha perdido el gobierno por negociar mal en el Congreso no le exime de nada de cara a la historia. Indicar otra cosa nos ofendería.
Se impone hacer un alto, replantear la marcha y comenzar a tomarse en serio el dato de que gestionar el bienestar de los costarricenses es un asunto grave. Urgencias evidentes que, aparentemente, no están siendo aún muy bien comprendidas por lo que están al frente de los poderes del Estado.
Angela Vallvey, columnista de La Razón de España, recientemente escribía una columna titulada “Me ofende usted” y se refería a algunas expresiones inaceptables que, a lo largo de su mandato, ha tenido como costumbre el presidente del gobierno español.
Ya mirando el contexto costarricense y en la edición de La República del pasado 3 de mayo, aparece una nota periodística firmada por Natasha Cambronero, que se titula “Oficialismo responsabiliza a oposición por rumbo del país” y allí se dice que la bancada del partido de gobierno “responsabilizó a la oposición del rumbo que en adelante tome Costa Rica”.
Me parece que, perfectamente, luego de leer este criterio de los liberacionistas en la Asamblea Legislativa podríamos utilizar para titular la impresión que nos causa esa afirmación, el título de la columna de La Razón de que  hablábamos antes.
Nos ofenden estas aseveraciones. Es la impresión que nos queda. La mínima inteligencia anima a rechazar como falacia cuanto la bancada de gobierno afirma de cara al futuro inmediato de nuestro país.
Lo ocurrido en el congreso, como ya se ha dicho en diferentes medios, fue como una crónica de una muerte anunciada. Los fallos en el manejo de la relación ejecutivo-legislativo de parte del Ministerio de la  Presidencia, el protagonismo de la lucha prematura de tendencias en el seno de la fracción del Partido Liberación y algunas formas innecesarias de prepotencia, sumadas a la impericia mostrada por el Ejecutivo en estos últimos meses, son las causas que han llevado al revés dramático sufrido por el partido gobernante.
Mas, sin embargo, el Partido Liberación Nacional es el partido de gobierno y preside el Ejecutivo. Eso es claro. La gestión de la administración Chinchilla será juzgada por la historia por lo que se logre desde Zapote y no por lo que se deje  hacer o se impida alcanzar desde Cuesta de Moras.
Si el control del directorio de la Asamblea lo perdió el oficialismo fue por su propia manera de proceder. Ni más ni menos. No se declinó nada, sencillamente se perdió. Pero el Ejecutivo es quien debe dar la cara ante la historia y la tiene muy difícil en este momento.
Decir que el problema del gobierno es, de ahora en adelante, “de otros”, resulta ser una afirmación que hiere la inteligencia de cualquier costarricense mínimamente enterado de los vaivenes de nuestra manera caótica de gestionar la res pública. Liberación está al frente del Ejecutivo, dejó al primer poder de la República en manos de una coalición débil y con enormes diferencias a su interior que pronto pueden comenzar a cobrar su tributo.
Como ha afirmado el anterior presidente de la Asamblea, ojalá la gestión de la alianza opositora sea exitosa. Este es un deseo que se impone de cara al bien común que es, como todos sabemos, el bien interno de la política. Ojalá también que el diálogo entre el poder Ejecutivo y el Legislativo sea fluido y resulte prioritario, para todos los partidos de nuestro plurifacético congreso,  el interés de la Patria. Ojalá que sea así para evitar el caos y el malestar del pueblo.
Pero eso sí, que quede claro que el partido que gobierna es Liberación, que la noción de cogobierno es exagerada y que lo que ha perdido el gobierno por negociar mal en el Congreso no le exime de nada de cara a la historia. Indicar otra cosa nos ofendería.
Se impone hacer un alto, replantear la marcha y comenzar a tomarse en serio el dato de que gestionar el bienestar de los costarricenses es un asunto grave. Urgencias evidentes que, aparentemente, no están siendo aún muy bien comprendidas por lo que están al frente de los poderes del Estado.

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