Lunes, 14 Febrero 2011 08:26

EL POLÍTICO ÉTICO

Tengo una impresión que, me parece, tienen la mayoría de los costarricenses y de todas las edades. Y ella consiste en que la fracción legislativa de gobierno se está comprometiendo demasiado de cara a causas perdidas.
Justamente, pensando en esto, llegó a mis manos gracias al favor de un amigo, el último volumen de las obras completas de Ignacio Ellacuría que se ha publicado y que tiene como título “Cursos Universitarios”.
Originado en 1977 aparece en esta obra recién publicada, el curso de ética que en ese momento de su vida impartió Ellacuría y en el que planteaba una enseñanza que, en parte, fue incorporada a su famosa “Filosofía de la realidad histórica”.
En este curso, este notorio discípulo de Xavier Zubiri, hace ver que la gran pregunta ética es una pregunta por el quehacer humano y, más en concreto, qué se requiere hacer  para ser auténticamente humano y qué debe aportar el ser humano mismo de cara a humanizar y plenificar la historia.
En esa ruta, andada como se debe, el ser humano va siendo, se va realizando poco a poco y ello mediante un proceder configurado con obras a la altura de lo que se espera de él en cuanto persona.
En este punto de su curso, Ellacuría hace una referencia al tema político y llegaba a una idea especialmente importante y digna de ser destacada a propósito de este comentario. Se trata de la noción de “político ético”.
Un político ético será, de esta manera, aquel que se empeña por construir un orden justo desde una conciencia recta y bien formada. En un hombre o una mujer marcado por este talante sabe anteponer el bien común al particular y tienen el suficiente ánimo como para lanzarse a la defensa a capa y espada de su propia honorabilidad personal mostrándola siempre sin tacha ni mancilla. Solo así el quehacer político será creíble y los ciudadanos aún pensarán en él como posibilidad generadora de otras muchas y más ricas posibilidades adicionales que hasta pueden significar bienestar para las  mayorías.
En este momento, me parece, tanto para los legisladores de la bancada oficial como para otras personas llamadas a tomar decisiones desde el poder judicial y el mismo poder ejecutivo, con respecto a escandalosas acciones ventiladas recientemente por los medios de comunicación, esta noción de “político ético” les sería muy útil. Vale la pena que se le considere y que de paso lleve a tomar posiciones más seguras desde del punto de vista puramente ético y también desde la perspectiva política. En esta línea hay riesgos que es mejor no tomar y compromisos que es mejor pensar antes con mucho detenimiento previamente a  ser asumidos.
Tengo una impresión que, me parece, tienen la mayoría de los costarricenses y de todas las edades. Y ella consiste en que la fracción legislativa de gobierno se está comprometiendo demasiado de cara a causas perdidas.
Justamente, pensando en esto, llegó a mis manos gracias al favor de un amigo, el último volumen de las obras completas de Ignacio Ellacuría que se ha publicado y que tiene como título “Cursos Universitarios”.
Originado en 1977 aparece en esta obra recién publicada, el curso de ética que en ese momento de su vida impartió Ellacuría y en el que planteaba una enseñanza que, en parte, fue incorporada a su famosa “Filosofía de la realidad histórica”.
En este curso, este notorio discípulo de Xavier Zubiri, hace ver que la gran pregunta ética es una pregunta por el quehacer humano y, más en concreto, qué se requiere hacer  para ser auténticamente humano y qué debe aportar el ser humano mismo de cara a humanizar y plenificar la historia.
En esa ruta, andada como se debe, el ser humano va siendo, se va realizando poco a poco y ello mediante un proceder configurado con obras a la altura de lo que se espera de él en cuanto persona.
En este punto de su curso, Ellacuría hace una referencia al tema político y llegaba a una idea especialmente importante y digna de ser destacada a propósito de este comentario. Se trata de la noción de “político ético”.
Un político ético será, de esta manera, aquel que se empeña por construir un orden justo desde una conciencia recta y bien formada. En un hombre o una mujer marcado por este talante sabe anteponer el bien común al particular y tienen el suficiente ánimo como para lanzarse a la defensa a capa y espada de su propia honorabilidad personal mostrándola siempre sin tacha ni mancilla. Solo así el quehacer político será creíble y los ciudadanos aún pensarán en él como posibilidad generadora de otras muchas y más ricas posibilidades adicionales que hasta pueden significar bienestar para las  mayorías.
En este momento, me parece, tanto para los legisladores de la bancada oficial como para otras personas llamadas a tomar decisiones desde el poder judicial y el mismo poder ejecutivo, con respecto a escandalosas acciones ventiladas recientemente por los medios de comunicación, esta noción de “político ético” les sería muy útil. Vale la pena que se le considere y que de paso lleve a tomar posiciones más seguras desde del punto de vista puramente ético y también desde la perspectiva política. En esta línea hay riesgos que es mejor no tomar y compromisos que es mejor pensar antes con mucho detenimiento previamente a  ser asumidos.

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