Viernes, 20 Mayo 2011 05:53

Cuidado señores, cuidado…

Un principio de vida que he intentado siempre proteger, ha sido el de no cuestionar para nada los fallos judiciales en mis comentarios.  De  hecho, es ese un precepto fundamental de PANORAMA.  El respeto a los mismos es la esencia de la independencia de los Tribunales y también es la garantía de que la confianza está depositada sin miramiento alguno sobre el sistema judicial y que la credibilidad de los ciudadanos es el principal garante de esa confianza.
Sin embargo, este principio de vida se ha visto estrechado en los últimos días, ante la vulnerabilidad que muestra el sistema carcelario y ante algunos fallos que crean en uno,  una mezcla muy fea de consternación,  frustración,  preocupación y hasta temor.
La forma en que los reos de la supuesta cárcel “más segura” del país coordinan una fuga, compran funcionarios del penal,  alquilan casas, coordinan rutas, fabrican bombas y se arman con mejores armas que las de la misma policía, lo dejan a uno perplejo de miedo, lleno de dudas respecto de la probidad de los que administran la justicia y avergonzado de ver a las cabezas del Ministerio de Seguridad y  de Justicia que solo atinan en buscar excusas del por qué se dan estas cosas y achacan, de manera irresponsable, a la no aprobación de un plan fiscal los graves hechos acontecidos en La Reforma.  Cuando falta el sentido común, no hay plata que alcance.
La liberación de dos peligrosísimos narcotraficantes, con argumentos  bastante cuestionables,  nos hacen preguntarnos ¿hacia dónde va nuestro país y hacia dónde navega nuestro estado de derecho?
Costarricenses todos. Ustedes y yo somos los responsables de elegir a los Diputados, estos nombran a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y estos a los jueces de la República.  Hay algo en el sistema que no está funcionando.   En alguna parte del proceso nos perdimos y la probidad quedó relegada a un plano inexistente.  La mediocridad y las malas prácticas en la función pública se han hecho ya cosas comunes y la responsabilidad que la autoridad formal impone, no está siendo asumida por quienes deben hacerlo.
Hace unos pocos días escribía un comentario aquí mismo que hablaba sobre que el país está enfermo de muerte y es lamentable, que hoy no podamos decir que es algo que se dice en sentido figurado, sino que es una realidad y que el país vive un mal generalizado llamado negligencia, una cadena de errores e incoherencias que nos desprestigia y nos carcome en lo más hondo de la dignidad.
Me gusta escribir en positivo, pero lamentablemente los hechos de las últimas semanas no dan pie para pensar en que las cosas puedan mejorar y más bien se pregunta uno cuándo será el día en que veremos cosas más horrendas todavía,  cosas como las que pasan en países no tan lejanos.
¿Cómo hacer para que se dé un cambio de actitud y que las cosas caminen por la vía correcta en este país hermoso?  ¿Cómo hacemos, si los llamados a ejercer liderazgos de construcción en positivo no existen?  ¿Cómo llenar el espíritu de entusiasmo y dejar esa apatía tan odiosa que nos aleja cada vez más de la convivencia armoniosa?
Cuidado, que el país agoniza entre la imprecisión y la desidia. Cuidado, que la principal muestra de ingobernabilidad que mostramos nace de nuestros desaciertos en la seguridad interna y en nuestro sistema de justicia.  Cuidado señores, cuidado, que el caos impera, el país se espanta y la desesperanza nos persigue a todos.
Un principio de vida que he intentado siempre proteger, ha sido el de no cuestionar para nada los fallos judiciales en mis comentarios.  De  hecho, es ese un precepto fundamental de PANORAMA.  El respeto a los mismos es la esencia de la independencia de los Tribunales y también es la garantía de que la confianza está depositada sin miramiento alguno sobre el sistema judicial y que la credibilidad de los ciudadanos es el principal garante de esa confianza.
Sin embargo, este principio de vida se ha visto estrechado en los últimos días, ante la vulnerabilidad que muestra el sistema carcelario y ante algunos fallos que crean en uno,  una mezcla muy fea de consternación,  frustración,  preocupación y hasta temor.
La forma en que los reos de la supuesta cárcel “más segura” del país coordinan una fuga, compran funcionarios del penal,  alquilan casas, coordinan rutas, fabrican bombas y se arman con mejores armas que las de la misma policía, lo dejan a uno perplejo de miedo, lleno de dudas respecto de la probidad de los que administran la justicia y avergonzado de ver a las cabezas del Ministerio de Seguridad y  de Justicia que solo atinan en buscar excusas del por qué se dan estas cosas y achacan, de manera irresponsable, a la no aprobación de un plan fiscal los graves hechos acontecidos en La Reforma.  Cuando falta el sentido común, no hay plata que alcance.
La liberación de dos peligrosísimos narcotraficantes, con argumentos  bastante cuestionables,  nos hacen preguntarnos ¿hacia dónde va nuestro país y hacia dónde navega nuestro estado de derecho?
Costarricenses todos. Ustedes y yo somos los responsables de elegir a los Diputados, estos nombran a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y estos a los jueces de la República.  Hay algo en el sistema que no está funcionando.   En alguna parte del proceso nos perdimos y la probidad quedó relegada a un plano inexistente.  La mediocridad y las malas prácticas en la función pública se han hecho ya cosas comunes y la responsabilidad que la autoridad formal impone, no está siendo asumida por quienes deben hacerlo.
Hace unos pocos días escribía un comentario aquí mismo que hablaba sobre que el país está enfermo de muerte y es lamentable, que hoy no podamos decir que es algo que se dice en sentido figurado, sino que es una realidad y que el país vive un mal generalizado llamado negligencia, una cadena de errores e incoherencias que nos desprestigia y nos carcome en lo más hondo de la dignidad.
Me gusta escribir en positivo, pero lamentablemente los hechos de las últimas semanas no dan pie para pensar en que las cosas puedan mejorar y más bien se pregunta uno cuándo será el día en que veremos cosas más horrendas todavía,  cosas como las que pasan en países no tan lejanos.
¿Cómo hacer para que se dé un cambio de actitud y que las cosas caminen por la vía correcta en este país hermoso?  ¿Cómo hacemos, si los llamados a ejercer liderazgos de construcción en positivo no existen?  ¿Cómo llenar el espíritu de entusiasmo y dejar esa apatía tan odiosa que nos aleja cada vez más de la convivencia armoniosa?
Cuidado, que el país agoniza entre la imprecisión y la desidia. Cuidado, que la principal muestra de ingobernabilidad que mostramos nace de nuestros desaciertos en la seguridad interna y en nuestro sistema de justicia.  Cuidado señores, cuidado, que el caos impera, el país se espanta y la desesperanza nos persigue a todos.

Contactos

Barrio La California,
San José, Costa Rica,
T: (506) 2256-2338
F: (506) 2255-4483

Accesos