Lunes, 17 Mayo 2010 18:00

Hay acciones que realmente resultan muy incomprensibles

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En la vida, desafortunadamente, no son pocas las veces, que nos llevamos tremendas y muy desagradables sorpresas, las que terminan resultándonos realmente decepcionantes. Esas situaciones que nos parecen, a todas luces, incomprensibles pues vienen de personas, que al menos, las tenemos como inteligentes y respetuosas pero aún así caen en situaciones que las y los evidencian como cualquier cosa menos como gente pensante y respetuosa de los demás. Esto precisamente, fue lo que pasó cuando algunas y algunos señores diputados, no más iniciándose en sus funciones como madres y padres de la Patria, pretenden aumentar sus ingresos mensuales en forma desproporcionada y así servirse con la cuchara grande y beneficiarse personalmente de la confianza de quienes les dieron el voto a cada una y uno de ellos.

No hay duda que esa pretensión de aumentarse los ingresos, es un refuerzo negativo más, a la ya muy alicaída imagen del Poder Legislativo. Pero además es también un contravalor para quienes creemos en la democracia, como el mejor sistema de convivencia social pues con esas actitudes nos dicen, nada indirectamente, que realmente lo importante de llegar a ocupar puestos de elección popular, no es servirle sacrificada y abnegadamente al pueblo, sino que el puesto es más bien para servirse de forma personal. Y esto es algo que con el paso del tiempo, ha venido, peligrosamente,  evidenciándose cada vez con más fuerza.

Y quiero salir al paso de las tristes e inaceptables declaraciones que hicieron al respecto la señora Viviana Martín, jefa de fracción del partido oficialista, así como, las del señor Vargas, Ministro de la Presidencia, este al manifestar su anuencia con respecto al aumento y la primera, al comparar los ingresos de otras y otros funcionarios estatales, como justificación para solicitud de aumento.

 Habría que decir, primero que, todas y todos quienes propusieron sus nombres a las asambleas nacionales de sus respectivos partidos políticos, para que los eligieran como sus candidatas y candidatos a ser diputadas y diputados, lo hicieron libremente y en algunos casos, hasta lucharon muy duramente contra otras y otros aspirantes para lograr tan honrosa designación; todo esto a pesar del seguramente conocido poco ingreso que tendría al ser, eventualmente, elegidos como diputadas y diputados.

 

Parafraseando a don Julio Acosta, habría que decir que donde hay honra, no hay paga y donde hay paga no hay honra. Ciertamente, si don Julio volviera a la vida volvería morirse al ver cómo algunas y algunos políticos entienden la honra de haber sido escogidas y escogidos por el pueblo para servirles. Y no es que este servidor cándido e inocentemente crea que quienes vayan a los puestos de elección, no perciban ingreso alguno, esto sería, ciertamente, muy loable pero no nada práctico.

Obviamente, si queremos tener la mejor gente en el Estado, debemos saber que será necesario pagar salarios que les permitan vivir dignamente y decorosamente para atender sus necesidades personales y familiares. Sin embargo, todas esas personas, precisamente, por sus investiduras son las primeras que están llamados a entender y dar un muy buen ejemplo a las y los demás ciudadanos sobre cómo asumir responsablemente las realidades y posibilidades nacionales y realmente la acción motivo de este comentario dista mucho de ser si quiera un ejemplo medianamente aceptable de eso.              

 

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