Jueves, 12 Agosto 2010 08:39

“¡HAY QUE PARAR ESTE DESORDEN, YA!”

Costa Rica es un país de ríos y montañas. Eso, que es una fortuna tenerla, puede, sin embargo, trocarse en una calamidad si no sabemos “con-vivir” en esta geografía.

 

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Hay ríos caudalosos, siempre; otros, que en verano son como hilos de agua, en invierno crecen de forma tan avasallante que puede llevarse todo un pueblo a su paso.

La topografía nacional está a la vista: vertientes por doquier que atraviesan entre llanuras, coronadas con montañas, unas más elevadas que otras, pero, en general, en un  país con una topografía irregular, de tierra “movediza”, dada la deforestación galopante en las últimas décadas, que nos dice que hay que ser muy precavidos.

 Debemos saber con-vivir en un país como éste, donde todos los años se dan los mismos o más fuertes aguaceros que dejarán pérdidas irreparables, como vidas humanas, y que arrasará caseríos completos.

Por eso debemos ser parte, antes que de los problemas, de las soluciones.

Primero: La incultura de botar todo tipo de desechos a los causes de ríos,  acequias y afluentes que abundan en nuestro país pero que, en lugar de servirnos debidamente de ellos, las convertimos sin conciencia alguna en basureros y cloacas a cielo abierto. Eso el río lo devolverá, con creces y con furia, el días menos pensado.

Segundo: Propietarios, registrales o en precario, vecinos a ríos quienes se lo  “apropian” y construyen, sobre él, tapias, puentes y hasta casas o habitaciones, “retrete” incluido. Por ello, hablando claro: el río no se mete a las casas; son éstas las que meten a los ríos.

Tercero: El Gobierno solamente es un mero administrador de los fondos públicos, o sea de la plata de todos los ciudadanos que pagamos impuestos. De modo que para algunos “vivazos” en muy fácil meterse en una “construcción”, en ladera y márgenes de ríos y que “papá Estado” venga en su auxilio, a repartir plata y darles  casa nueva. Ello ya es un negocio redondo para muchos, cada año.

Y lo peor es que luego ni alquilan casa ni salen del mismo sitio, pues, como circulo vicioso, saben que el otro año, “aguantándola un poco”, le darán más y así se convierten en los “clientes” seguros de bonos y otros lucros. La Comisión Nacional de Emergencias lo ha dicho reiteradamente: muchos, quienes reciben plata de esta forma, se les hace “vicio” y lo ven como un “negociazo”.

No es posible seguir con lo mismo, todos los años: alcahueteando  a algunos, quienes, sabiendo de su irresponsabilidad siguen metiéndose en casas, que literalmente cuelgan del peligro, sobre ríos o laderas y que han sido, más que advertidos, del altísimo riesgo, por aquella Comisión.

Y, por último, pero quizá el más importante: la ineficiencia municipal al no parar obras que se estén levantando ¡en sus propias narices! Quienes practican, como deporte, estas “mañas” son bien conocidos por todos en el pueblo, así que no hay pretexto para las “autoridades” se hagan de la vista gorda.

Esto de “las llenas” significa un platal despilfarrado, cada año, cuando “los mismos” hacen su verano en invierno y aunque reconocemos que sí hay familias honradas, que son muchas y necesitan apoyo estatal, lo del gastadero con los que no les pertenece hay que pararlo de una buena vez. Es hora de poner orden en todo esto, con un estricto control de dineros.

 Quizá ello no sea lo popular que para algunos políticos resulta el regalar y malgastar, el dinero ajeno; el de todos los costarricenses. Por ello, las nuevas autoridades deben parar estos abusos, ya.

 


 

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