Viernes, 18 Noviembre 2011 05:05

Un remedio más caro que la enfermedad…”

La administración financiera es la rama de la administración general que se encarga de administrar los recursos financieros, o sea, el dinero.  Así de clara ha sido la teoría financiera desde siempre.  Ahora bien, la administración de la plata siempre ha sido un tema complejo, pues mientras el dinero es un recurso limitado y escaso, para lo único que sirve, es para satisfacer necesidades y por principio,  estas son ilimitadas.
Todos, en algún momento, nos hemos visto enfrentados a lo que los economistas llaman el Problema Económico Fundamental, las empresas lo identifican como un problema de solvencia, el Gobierno le llama déficit fiscal y el asalariado común le llama:  “no me alcanza la plata”.
¿Cuáles son las medidas que cada uno toma para resolver su problema?.  Los economistas determinan instrumentos de política monetaria, fiscal y cambiaria entre otras, para intentar resolver los desequilibrios macroeconómicos.  Las empresas intentan ante todo mejorar ventas y hacer más eficientes sus  procesos productivos, con el fin de cumplir con su objetivo de siempre, de maximizar las utilidades con el mínimo riesgo posible y sin menoscabo de la calidad de sus productos o servicios, o sea de forma eficiente.
En el caso de las familias,  cuando la cosa aprieta,  lo común es que más miembros del núcleo familiar accedan a fuentes de empleo para llevar platita que ayude a empujar la carreta familiar.  A veces, se busca otro empleo que remunere mejor y por supuesto,  se le mete mano a los gastos que no estén en la base de aquella pirámide de necesidades.
En la defensa de este plan fiscal,  escuchamos al Ministro de Hacienda cantar la misma perorata del 94 cuando también era ministro y cuando tampoco resolvió el problema de las arcas vacías que dijeron heredar del anterior Gobierno.  Sigue este Gobierno con la misma cantaleta de querer resolver su problema de disciplina en el gasto por la vía  fácil,  que no es lo mismo que la vía rápida aplicada al trámite legislativo de este mamarracho, en el que ha terminado por convertirse la tal reforma fiscal.
El gobierno sigue con la misma receta de siempre.  Denme más plata para seguir la fiesta de la ineficiencia,  del despilfarro,  de la falta de supervisión y control efectivo del gasto, de los presupuestos sin ejecutar y de instituciones superavitarias que terminar por servir de poco a la sociedad.  Sigamos pidiendo a la gente más sacrificio, para seguir con el festín de crear más puestos públicos, para engrosar la lista de inoperancia de ese sector,  para seguir comprando votos cada cuatro años con puestos que no se ocupan,  para seguir metiendo trámites innecesarios a procesos cada vez más engorrosos y más lentos.
Al igual que el muchachillo inconsciente que pide plata a los tatas para seguir la fiesta sin la más mínima responsabilidad,  el Gobierno sigue enfrascado en continuar por la senda del camino fácil.
Darle más recursos a estos hijos mal educados, que no han sabido administrarlos, constituye un remedio que puede ser más caro que la enfermedad.         Alexander Hernández Camacho,
La administración financiera es la rama de la administración general que se encarga de administrar los recursos financieros, o sea, el dinero.  Así de clara ha sido la teoría financiera desde siempre.  Ahora bien, la administración de la plata siempre ha sido un tema complejo, pues mientras el dinero es un recurso limitado y escaso, para lo único que sirve, es para satisfacer necesidades y por principio,  estas son ilimitadas.
Todos, en algún momento, nos hemos visto enfrentados a lo que los economistas llaman el Problema Económico Fundamental, las empresas lo identifican como un problema de solvencia, el Gobierno le llama déficit fiscal y el asalariado común le llama:  “no me alcanza la plata”.
¿Cuáles son las medidas que cada uno toma para resolver su problema?.  Los economistas determinan instrumentos de política monetaria, fiscal y cambiaria entre otras, para intentar resolver los desequilibrios macroeconómicos.  Las empresas intentan ante todo mejorar ventas y hacer más eficientes sus  procesos productivos, con el fin de cumplir con su objetivo de siempre, de maximizar las utilidades con el mínimo riesgo posible y sin menoscabo de la calidad de sus productos o servicios, o sea de forma eficiente.
En el caso de las familias,  cuando la cosa aprieta,  lo común es que más miembros del núcleo familiar accedan a fuentes de empleo para llevar platita que ayude a empujar la carreta familiar.  A veces, se busca otro empleo que remunere mejor y por supuesto,  se le mete mano a los gastos que no estén en la base de aquella pirámide de necesidades.
En la defensa de este plan fiscal,  escuchamos al Ministro de Hacienda cantar la misma perorata del 94 cuando también era ministro y cuando tampoco resolvió el problema de las arcas vacías que dijeron heredar del anterior Gobierno.  Sigue este Gobierno con la misma cantaleta de querer resolver su problema de disciplina en el gasto por la vía  fácil,  que no es lo mismo que la vía rápida aplicada al trámite legislativo de este mamarracho, en el que ha terminado por convertirse la tal reforma fiscal.
El gobierno sigue con la misma receta de siempre.  Denme más plata para seguir la fiesta de la ineficiencia,  del despilfarro,  de la falta de supervisión y control efectivo del gasto, de los presupuestos sin ejecutar y de instituciones superavitarias que terminar por servir de poco a la sociedad.  Sigamos pidiendo a la gente más sacrificio, para seguir con el festín de crear más puestos públicos, para engrosar la lista de inoperancia de ese sector,  para seguir comprando votos cada cuatro años con puestos que no se ocupan,  para seguir metiendo trámites innecesarios a procesos cada vez más engorrosos y más lentos.
Al igual que el muchachillo inconsciente que pide plata a los tatas para seguir la fiesta sin la más mínima responsabilidad,  el Gobierno sigue enfrascado en continuar por la senda del camino fácil.
Darle más recursos a estos hijos mal educados, que no han sabido administrarlos, constituye un remedio que puede ser más caro que la enfermedad.         Alexander Hernández Camacho,

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