Viernes, 05 Junio 2009 18:00

La crisis de la devaluación de valores

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Es muy común, actualmente, escuchar hablar de crisis económica. Pareciera que es una de las palabras de moda a la que se le están dedicando libros, artículos o congresos. Sin embargo, no se trata de una moda, y menos, solamente, de una crisis económica.

La sociedad actual nos ofrece un ambiente altamente nocivo para cultivar valores humanos. Los casos de corrupción suscitados, mayormente en el entorno político, la irresponsabilidad en las carreteras, la inseguridad ciudadana y la mediocridad en el  servicio público o privado, ejemplifican lo que es una de las principales causas de las grandes crisis: la crisis de valores.


Ahora bien, lo paradójico es que cuando, precisamente, nuestra sociedad necesita con urgencia cimentar más valores para enfrentar situaciones de riesgo social, es, más bien, la apatía, la ignorancia, el irrespeto, la mediocridad, el pensamiento negativo o la falta de conciencia los que priman. 

Por ejemplo, sería bueno que nos planteáramos si sabemos realmente a qué clase de crisis nos estamos enfrentando actualmente, ¿qué estamos haciendo para enfrentar esa crisis de la que tanto se habla?, ¿hemos moderado nuestro comportamiento de consumo?, ¿será también producto esta crisis de una devaluación de nuestros valores?...

Ciertamente la crisis de valores no consiste en una ausencia de estos, sino en una falta de orientación frente a cuál rumbo seguir en nuestra vida y qué valores usar para lograrlo; es decir, parte de la crisis por la que atravesamos, y hemos estado atravesando desde hace mucho, es una crisis en nuestra capacidad para cultivar, orientar y fomentar nuestros valores.

Frente a este tema salen a relucir otras interrogantes interesantes:

¿Qué rol desempeñan la educación y la familia en el fomento de los valores?, ¿hasta qué punto nuestros gobernantes, los medios de comunicación y los centros educativos ponen todo lo necesario para impulsar esos valores en la población?, o ¿cómo se promueve la participación ciudadana en la estimulación de los valores democráticos?...

Lamentablemente no siempre se obtienen los mejores resultados por parte de las instancias o personas a cargo de la transmisión de valores, sin embargo, todavía se puede recuperar el camino desandado.

Para ello es fundamental que cada persona, desde la función que ejerce en la sociedad, tome conciencia de los aportes vitales que dejan sus acciones en la construcción de un país respetuoso de la dignidad de los humanos.

Se requieren personas, quienes concientes de su responsabilidad social, se muestren reacios ante antivalores como la mezquindad,  la superficialidad o la indiferencia.

Definir nuestra postura ante esta situación de crisis tan remarcada a diestra y siniestra se hace una tarea imperiosa…, ¿o es que acaso tenemos que esperar realmente una situación nefasta para reconsiderar el lugar que los valores cívicos, morales, éticos o espirituales poseen en la sana construcción social?...

Definitivamente es momento de transformar este período de crisis por el valor de una actitud positiva frente al sentido de nuestras vidas, pues tal y como lo señala el filósofo español Eugenio Trías, “en esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”. 

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