Miércoles, 30 Abril 2014 08:10

En memoria del narrador Manuel Antonio “Pilo” Obando

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El periodismo deportivo costarricense está de luto por la muerte del narrador Manuel Antonio “Pilo” Obando. Durante 54 años, “Pilo” Obando trabajó en medios de comunicación. Antes fue jugador. Hasta estuvo en un equipo del Cartaginés en la primera división, pero nunca jugó. Fue portero. Desde hace medio siglo, trabajó en radio.

 

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Empezó como narrador de beisbol, baloncesto y boxeo. Después, narró un partido de Cartaginés, y desde entonces, siguió narrando futbol. Pasó de la radio a la televisión. Durante treinta y tres años, hizo una escuela en televisión. La verdad es que la radio y la televisión son medios diferentes.  En televisión, nadie ha narrado como él. Tenía un gran manejo del tiempo. Asimismo, hizo un gran manejo del lenguaje popular. Son memorables usos de términos inventados por él mismo como “zapatazo”, por un tiro; “piñazo”, por un golpe; la “hora tatá”, hacia el final del partido; de la misma manera que el uso de términos populares, como “menecas”, para hacer alusión a las muchachas bonitas… Tenía un gran sentido del humor. Una vez que un equipo estaba jugando muy mal y sin ganas, dijo lo siguiente: “tiene más sangre una babosa que este equipo”.  También fue fundamental en las transmisiones de toros. Se reía mucho de las circunstancias de los partidos y las corridas, y hacía chistes a partir de cualquier situación. Al final de su vida, estaba entregado a Dios. Únicamente dejó un sueño por cumplir: el ser predicador. Lo conocí en Repretel, donde laboré durante trece años. Hizo una mancuerna perfecta con el ex jugador de futbol Hernán Morales. Pilo era explosivo; Hernán es reflexivo. Pilo era encendido; Hernán es comedido. Pilo era combativo; Hernán es pasivo. Hacían una pareja perfecta en la narración de futbol. Pilo fue un mimado del imaginario colectivo. Son famosas algunas salidas de él, como un día que dijo en Puntarenas, “gaviotas van, gaviotas vienen”; o la narración del gol de Hernán Medford ante Suecia en el Mundial de Italia 90. Empezó a decir Medford, Medford, Medford, Medford… Parecía que estaba trabado en esa palabra. Cuando empezó a gritar “gol” ya habían pasado más de diez segundos. Toda la prensa nacional se ha rendido a los pies de su talento, y como siempre pasa en este país, esperaron su muerte para decir todo lo bueno que la patria le agradece. Era sumamente querido por la gente de a pie. Lo abrazaban en la calle. Lo saludaban con sumo cariño. Eso que se conoce como carisma fue un componente fundamental en su trabajo. Y si se puede atribuir a una característica su éxito, esa característica es el estilo. Pilo tenía un estilo propio, inconfundible, único. Que descanse en paz este narrador fantasioso, imaginativo e irrepetible, infaltable en la historia del futbol costarricense. Que Dios tenga en la gloria a Manuel Antonio “Pilo” Obando y que lo ponga a cantar goles cuando se hacen mejengas entre ángeles y santos. Va a disfrutar mucho con su fuerza, con su alegría, con su encanto especial.

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