Viernes, 24 Febrero 2012 05:21

“Cuando el cinismo inhibe la vergüenza…”

Hace unos días,  en plena tertulia familiar a la hora de la cena, usé la palabra “sinvergüenza”  y mis hijos preguntaron que si esa palabra se utilizaba para referirse a aquellas personas que no les daba pena hablar en público o contar chistes.
Como palabra compuesta que es,  uno podría pensar que ese significado sería el correcto;  pues la pena la solemos asociar al sonrojo de nuestra cara por alguna situación que nos resulte incómoda o poco fácil enfrentar en un momento dado.
Como nuestro idioma es tan maravillosamente rico,  recurrí a la Real Academia de la Lengua para ilustrarme sobre esta palabra tan utilizada, pero en cuyo significado no nos detenemos a pensar mucho.  Descubrí tres equivalencias:  “Dícese sinvergüenza, de la persona que habla u obra con atrevimiento, sin vergüenza ni respeto. Descarado, desvergonzado.”.  “Se aplica a la persona que tiene habilidad para engañar y para no dejarse engañar”.  “Se aplica a la persona que comente actos de delincuencia en beneficio propio, generalmente estafas o robos”.
Sintetizando y dándole a la palabrita esta, un significado a la tica, un sinvergüenza  podría ser también una persona a la que le importa poco si sus actuaciones pueden o no, ser censuradas socialmente.    Es al que se le conoce como cara de barro,  que le importa un comino y va por la vida,  con todo descaro y tranquilidad,  aprovechándose de cuantos se cruzan por su camino.   Para estas personas, como dice la canción: La vida sigue igual...
En el contexto de los acontecimientos que vemos en esta tierra bendita  del pura vida y de la que se dice, es la más feliz del mundo, no hay duda que estamos plagados de sinvergüenzas. Solo basta ver la televisión diariamente y ver la frescura con que muchos políticos ponen la cara ante las cámaras y con toda desfachatez,  justifican su pésimo actuar con excusas baratas y siguen allí aferraditos a su zona de confort.
Los que encabezan la lista, son unos que se parecen a la pececilla de la película “Buscando a Nemo” que tenía problemas de memoria de corto plazo.  Son esos que tiene el “no me acuerdo” como su respuesta favorita y siguen felices y campantes en sus puestos,  sin ninguna vergüenza de nada.
Otra forma de ser desvergonzado es la incoherencia.  Que sobreabunda en la Costa Rica  de hoy.  Son los que hoy critican a su contrincante en las cámaras de televisión o le bajan la tabla  a sus compañeros que metieron la pata; pero en privado se visitan,  conviven con sus familias, comen juntos y a la hora de la piñata de puestos,  tienen seguro el huesito para roer.  En este grupo, están también los que en campaña dicen con toda firmeza una cosa pero en el Gobierno hacen todo lo opuesto.  Están los que se ocultan tras inmunidades diplomáticas o legislativas para no enfrentar procesos pendientes y ni rojos se ponen, aduciendo persecuciones de todo tipo.
La palabra sinvergüenza es casi sinónimo de cinismo.  Es hora de parar esto ya, pues es el cinismo, el que inhibe de un valor fundamental para una nación: la VERGÜENZA."
Comentario de Alexander Hernández Camacho
Hace unos días,  en plena tertulia familiar a la hora de la cena, usé la palabra “sinvergüenza”  y mis hijos preguntaron que si esa palabra se utilizaba para referirse a aquellas personas que no les daba pena hablar en público o contar chistes.
Como palabra compuesta que es,  uno podría pensar que ese significado sería el correcto;  pues la pena la solemos asociar al sonrojo de nuestra cara por alguna situación que nos resulte incómoda o poco fácil enfrentar en un momento dado.
Como nuestro idioma es tan maravillosamente rico,  recurrí a la Real Academia de la Lengua para ilustrarme sobre esta palabra tan utilizada, pero en cuyo significado no nos detenemos a pensar mucho.  Descubrí tres equivalencias:  “Dícese sinvergüenza, de la persona que habla u obra con atrevimiento, sin vergüenza ni respeto. Descarado, desvergonzado.”.  “Se aplica a la persona que tiene habilidad para engañar y para no dejarse engañar”.  “Se aplica a la persona que comente actos de delincuencia en beneficio propio, generalmente estafas o robos”.
Sintetizando y dándole a la palabrita esta, un significado a la tica, un sinvergüenza  podría ser también una persona a la que le importa poco si sus actuaciones pueden o no, ser censuradas socialmente.    Es al que se le conoce como cara de barro,  que le importa un comino y va por la vida,  con todo descaro y tranquilidad,  aprovechándose de cuantos se cruzan por su camino.   Para estas personas, como dice la canción: La vida sigue igual...
En el contexto de los acontecimientos que vemos en esta tierra bendita  del pura vida y de la que se dice, es la más feliz del mundo, no hay duda que estamos plagados de sinvergüenzas. Solo basta ver la televisión diariamente y ver la frescura con que muchos políticos ponen la cara ante las cámaras y con toda desfachatez,  justifican su pésimo actuar con excusas baratas y siguen allí aferraditos a su zona de confort.
Los que encabezan la lista, son unos que se parecen a la pececilla de la película “Buscando a Nemo” que tenía problemas de memoria de corto plazo.
Son esos que tiene el “no me acuerdo” como su respuesta favorita y siguen felices y campantes en sus puestos,  sin ninguna vergüenza de nada.
Otra forma de ser desvergonzado es la incoherencia.  Que sobreabunda en la Costa Rica  de hoy.  Son los que hoy critican a su contrincante en las cámaras de televisión o le bajan la tabla  a sus compañeros que metieron la pata; pero en privado se visitan,  conviven con sus familias, comen juntos y a la hora de la piñata de puestos,  tienen seguro el huesito para roer.  En este grupo, están también los que en campaña dicen con toda firmeza una cosa pero en el Gobierno hacen todo lo opuesto.  Están los que se ocultan tras inmunidades diplomáticas o legislativas para no enfrentar procesos pendientes y ni rojos se ponen, aduciendo persecuciones de todo tipo.
La palabra sinvergüenza es casi sinónimo de cinismo.  Es hora de parar esto ya, pues es el cinismo, el que inhibe de un valor fundamental para una nación: la VERGÜENZA."
Comentario de Alexander Hernández Camacho

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