Lunes, 27 Agosto 2012 05:13

Costa Rica necesita un cambio de mentalidad.

La Constitución Política de Costa Rica en su artículo 51 dice que:
 
"La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado. Igualmente tendrá derecho a esa protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido".
 
En el artículo siguiente, de la misma constitución política dice: El matrimonio es la base esencial de la familia y descansa en la igualdad de derechos de los cónyuges.
 
Ambos puntos son fundamentales para reconstruir la red social y de seguridad de nuestros barrios. La paz de nuestros vecindarios, tienen su fuerza de cambio basada en la familia.
 
Solamente con virtudes sólidamente esculpidas, se lograr una vuelta hacia la familia, hacia el cuido y mejoramiento del barrio, de manera que podamos acabar con la violencia y la desintegración social.
 
Otro tema esencial, clave, en este tema, es el trabajo profundo y continuo entre padres de familia y los educadores.
 
Cada una de las miles de escuelas existentes en Costa Rica necesitan el apoyo de los vecinos. Muchos educadores requieren apoyo por medio de las juntas de educación, pero también por partes de los propios vecinos, padres de familia: siempre es posible dar una mano desinteresada a la educación local.
 
Nunca me ha dolido tanto, el saber de una escuela unidocente de Costa Rica en la región de Tivives, en donde los responsables en apoyar la escuela, pasaban de largo, como si fuera un asunto que no les compete. También en la escuela unidocente, no podemos dejar solos a los maestros, sino que es un asunto de todos, vecinos y sobre todo de los padres de familia.
 
El cambio que Costa Rica necesita tiene que venir de lo pequeño, de lo constante, del esfuerzo de los vecinos y de los padres de familia a fin de poder de nuevo reconstruir los valores propios de cada comunidad y en contacto con los barrios, solo así le daremos un vuelco a lo que nuestro país necesita.
 
Las escuelas de un solo maestro o maestra, conocidas como unidocentes también necesitan apoyo de los padres de familia, pues no son un verso suelto en la educación de Costa Rica.
 
Tampoco lo es la familia, ella necesita hogares sólidos, bien constituidos, solidarios y leales con la educación, para salir bien de los retos que hoy debemos afrontar.
 
Solo con optimismo, con la frente en alto y con carácter podremos dar un paso seguro hacia adelante, no es con mentalidades débiles como vamos a crecer. El hoy, ahora se gana con participación y mejor conocimiento de la sociedad por medio de la educación.
 
La Constitución Política de Costa Rica en su artículo 51 dice que:
 
"La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado. Igualmente tendrá derecho a esa protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido".
 
 
En el artículo siguiente, de la misma constitución política dice: El matrimonio es la base esencial de la familia y descansa en la igualdad de derechos de los cónyuges.
 
Ambos puntos son fundamentales para reconstruir la red social y de seguridad de nuestros barrios. La paz de nuestros vecindarios, tienen su fuerza de cambio basada en la familia.
 
Solamente con virtudes sólidamente esculpidas, se lograr una vuelta hacia la familia, hacia el cuido y mejoramiento del barrio, de manera que podamos acabar con la violencia y la desintegración social.
 
Otro tema esencial, clave, en este tema, es el trabajo profundo y continuo entre padres de familia y los educadores.
 
Cada una de las miles de escuelas existentes en Costa Rica necesitan el apoyo de los vecinos. Muchos educadores requieren apoyo por medio de las juntas de educación, pero también por partes de los propios vecinos, padres de familia: siempre es posible dar una mano desinteresada a la educación local.
 
Nunca me ha dolido tanto, el saber de una escuela unidocente de Costa Rica en la región de Tivives, en donde los responsables en apoyar la escuela, pasaban de largo, como si fuera un asunto que no les compete. También en la escuela unidocente, no podemos dejar solos a los maestros, sino que es un asunto de todos, vecinos y sobre todo de los padres de familia.
 
El cambio que Costa Rica necesita tiene que venir de lo pequeño, de lo constante, del esfuerzo de los vecinos y de los padres de familia a fin de poder de nuevo reconstruir los valores propios de cada comunidad y en contacto con los barrios, solo así le daremos un vuelco a lo que nuestro país necesita.
 
Las escuelas de un solo maestro o maestra, conocidas como unidocentes también necesitan apoyo de los padres de familia, pues no son un verso suelto en la educación de Costa Rica.
 
Tampoco lo es la familia, ella necesita hogares sólidos, bien constituidos, solidarios y leales con la educación, para salir bien de los retos que hoy debemos afrontar.
 
Solo con optimismo, con la frente en alto y con carácter podremos dar un paso seguro hacia adelante, no es con mentalidades débiles como vamos a crecer. El hoy, ahora se gana con participación y mejor conocimiento de la sociedad por medio de la educación.
 

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