Lunes, 10 Junio 2013 08:01

Costa Rica, donde de todo pasa y no pasa nada…

Estoy confundido. Escucha uno la forma en que los delincuentes preparan sus delitos, la organización que manejan y las formas tan creativas que usan para obtener vínculos para lograr sus objetivos y burlar la ley, que terminolamentándome sobre el desperdicio de cerebros, pues si esa capacidad creativa fuera canalizada a cosas positivas, seríamos una superpotencia.

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En la otra acera, en la de las víctimas, encontramos una ingenuidad de tal magnitud, quelo hace a uno cuestionarse si será que el mote de ser el país más feliz del mundo nos ha hecho también el más despistado, el menos desconfiado o si como dicen: “nos vieron la cara…”. Hay dos acontecimientos recientes, de amplia cobertura uno y apenas nombrado el otro, que me han dado la iniciativa para referirme a esta entronización de la ingenuidad, para no llamarla despiste o tontera.
El primero es el tan comentado avionetazo presidencial. ¿Cómo es que tanta plata presupuestada para inteligencia y seguridad y nos pasan estas cosas en las que como dicen los muchachos, nos fuimos de pollitos? ¿Cómo es que nadie se cuestiona el precio que se tendrá que pagar en algún momento, cuando se reciben “regalos” o “favores” de esa naturaleza? ¿Cómo nadie se pregunta quién está detrás de una tarjeta de presentación y cómo alguien espera que una persona con menos de 10 años de naturalizado costarricense se pueda volver tan generoso de a gratis?
La otra noticia es sobre una joven que fue violentada sexualmente en la Reforma, luego de haber sido citada allí por supuestos extorsionistas, quienes gozan de toda libertad para usar medios de tecnología para delinquir desde la cárcel, mientras todos los que pagamos impuestos les proveemos sus tres raciones de comida diaria y nuestro desastroso sistema carcelario les provee de los medios para que puedan violar a una persona en plena hora de visita, sin que increíblemente nadie se dé cuenta.
Como pueden ustedes darse cuenta, el perfil de las víctimas es bien distinto, pero el común denominador parece ser la extrema “ingenuidad” de las “víctimas”,que les hizo suponer que sus “bienechores” eran personas inmaculadas y deseosos de hacerles el bien. También es cuestionable que muchos costarricenses tengan graves problemas a la hora de resolver situaciones que son resorte exclusivo del sentido común, ese del que todo mundo habla pero al que parece, pocos conocen.
Cuando de funcionarios como los involucrados en el avionetazo se trata, la primera y mejor medicina es despedirlos por negligentes e inútiles y no esperar que la dignidad o al menos la vergüenza les dé para renunciar. Por supuesto, eso no sería necesario si se adopta la medida de contratar gente por méritos y no para pagar favorcitos de campaña.
Esta medicina, en un sistema democrático amañado con el pago de favores y clientelismo político es difícil de lograr; sobre todo cuando no ve uno ninguna señal de que la cosa vaya a ser distinta en el corto plazo, pues es evidente que vamos en camino de la repetición del mismo ritual de cada cuatros años, en el que la piñata se reparte en función del tamaño de las chequeras, del amiguismo o de la labor que como pega banderas se haya hecho.
En el caso que se investiga, de una joven que fue contactada, extorsionada desde la cárcel y finalmente ultrajada sexualmente allí en plena hora de visita; lo obligan a uno a preguntarse sobre la calidad de la comunicación de los padres con los hijos, sobre las excesivas libertades en el uso de la tecnología por parte de delincuentes, de esa fea tendencia a promover en la gente joven la idea equivocada de que la plata se puede ganar de forma fácil y también, la nula malicia que muestran las personas en este país, en el que se escucha a diario todo un menú de timos y saqueos con el consentimiento de las mismas víctimas.
No importa sin son viajes en aviones lujosos y supuestamente gratuitos o una vil violación a una jovencita en las instalaciones de una cárcel, en la que no hay espacio para meter más prisioneros pero sí para habilitar salas de reunión para que algunos delincuentes allí encerrados, convoquen a sus víctimas para cometer más fechorías sin ninguna pena. Lo que sí importa, es que los delincuentes nos sigan viendo la cara y que en este país pasen estas cosas y no pase nada…

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