Viernes, 30 Enero 2009 18:00

Ciudadanía solidaria

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Desde que vi la película Titanic quedaron marcadas en mi memoria las escenas en donde un grupo de músicos, a pesar de estar tan cercana la muerte, deciden hacerle agradable a mucha gente sus últimos momentos al continuar interpretando juntos, mientras que, por otro lado, el novio rico no tiene reparos en usar cualquier medio con tal de salvarse, aún sabiendo que así otros perdían su vida.

     Esto lo relaciono con nuestra responsabilidad como ciudadanos, pues todos, y especialmente quienes tienen unos deberes sociales, estamos llamados a promover el lado positivo  de la sociedad, debiéndonos preguntar ¿qué podemos hacer para convertirnos en ciudadanos solidarios en vez de individuos egoístas encerrados en nuestros propios intereses?


     Lógicamente responder a la pregunta acerca de la dimensión solidaria de la ciudadanía, no parece una cuestión fácil. Ello no es nada extraño, pues, en el fondo, la ciudadanía difícilmente se puede considerar como un hecho natural siendo, más bien, una construcción social.

     Empero, se puede decir que la ciudadanía solidaria es, antes que cualquier otro asunto, el esfuerzo por superar el aislamiento rústico para promover la comunicación de la civilidad; es decir, lo propio del ciudadano es un cierto tipo de comportamiento que evoca la idea de cortesía o urbanidad contra las actitudes inciviles.

     Implica, a la vez, una decisión de humanismo con los demás, manteniendo una actitud de ayuda, que comienza en el respeto y la comprensión por encima de las diferencias no sólo de grupos de pertenencia, sino, también, de condiciones personales las cuales abren la posibilidad para llegar a alcanzar altos niveles de empatía con cualquiera de los miembros de la sociedad.

     También ciudadanía solidaria significa responsabilidad en el cumplimiento de los deberes personales, que incluyen primeramente los de tipo familiar, profesional y social, con plena conciencia de que los derechos no están separados de los deberes, pues, en última instancia, no pueden promoverse buenos ciudadanos mientras no se haga notar que la mayor parte de los derechos y libertades ciudadanas están relacionados con el nivel de deberes que los ciudadanos asumen para sí mismos.

     Naturalmente, los deberes de los ciudadanos son en parte iguales y en parte distintos. Por ejemplo, todos estamos llamados a obedecer a las leyes justas. Todos estamos convocados a trabajar, teniendo en cuenta el bien del país. Pero quienes están en una posición social o económica destacada, han de ser conscientes de sus especiales deberes de ejemplaridad y de su compromiso en hacer posible el pleno empleo de sus responsabilidades con el fin de que mejoren las condiciones de vida de todos los ciudadanos.

     No es que la ciudadanía solidaria convierta en iguales a todos, pero implica el reconocimiento de una igual dignidad sustancial, cuya traducción jurídica consiste en el respeto a la Declaración Universal de Derechos de los Humanos.

  Sencillamente, ciudadanía solidaria es repensar nuestros desafíos a la innovación democrática, tomar en cuenta los nuevos actores sociales, las nuevas problemáticas y las nuevas posibilidades de participación para abrir, día tras día, los horizontes de una mejor Costa Rica.

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