Jueves, 20 Febrero 2014 07:44

Carlos Poveda, el escultor y pintor tico que triunfa en París, Francia

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Pasé unos días muy especiales entrevistando al pintor y escultor costarricense Carlos Poveda en París. Me contó de los pequeños pero grandes regalos que le da la vida a un artista: en exposiciones suyas estuvieron Jorge Luis Borges y Piazzola, en Buenos Aires, Argentina; el doctor Calderón Guardia y José Luis Cuevas en México; el maestro Carlos Aguilar Piedra (descubridor de Guayabo), en el COVAO, Cartago…

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Nos contó de su relación con el Grupo Ocho (entre ellos, Néstor Zeledón, Felo García, Manuel de la Cruz González, Luis Daell y César Valverde) y su aventura por el mundo. Se fue para Estados Unidos, invitado por Manuel de la Cruz, Felo y Néstor, a exponer con ellos, pero se quedó. Los del Grupo Ocho descubrieron en él un mundo de texturas y emociones. Lo relacionaban con la pintura zen. Vivió ocho años en Washington DC, treinta y cinco años en Venezuela y lleva quince años en París.
Su padre, Alejo Poveda, zapatero y mecánico en el aeropuerto de La Sabana, murió en un accidente aéreo, en 1948. Creció en San José. Su casa estaba entre calles 5 y 7, avenida 8. Era vecino de la familia Curling, cuyo padre, don Álex, benemérito de la patria, fue el primer diputado negro de nuestra historia.
Se dedicó al dibujo de 1960 a 1975, y a la pintura de 1975 a 1990. En el 90 arrancó con la escultura. Es autodidacta. Ha tenido un camino muy particular. Mientras muchos inician pintando bodegones, él pintó bodegones cuando ya tenía treinta años de carrera. Su locura por los árboles lo llevó a la escultura. Como todo artista, tuvo eslabones. De la figura humana pasó al paisaje, y del paisaje a la escultura. Pero para llevar la figura humana más allá, antes del paisaje pintó hombres con alas, que llamó Ícaro y Dédalo. Luego, se convirtieron en aves, como trazos, como recuerdos vagos de un sueño, y con los pájaros llegaron las nubes, los espacios del cielo, las flechas, las maderas y los árboles. Es mágico su trabajo artístico a partir de los desechos plásticos…
Es un poeta del espacio. Lo suyo es el arte inmediato, arte gráfico. Un flechazo de luz. Si la hubiéramos grabado, aquella laaarga conversación, me hubiera servido de germen de un libro. Picotea la poesía en sus palabras.
-No hay que pintar bodegones, hay que descubrirlos, me confesó Poveda.
Empezó a confrontar y a confrontarse. De los desechos, surgía un mundo nuevo, en sus ojos y sus manos. Fue algo que buscó desde niño, entre la basura, en lo que encontraba en la calle. Sus obras con comida dejan algo imborrable en los ojos y las emociones. Es un hombre generoso, que le dedicó varias décadas a la enseñanza del arte en Venezuela, su otra patria, y sigue siendo un maestro. Como Jesús. Como los más grandes hombres.

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