Orlando Castro Quesada

Orlando Castro Quesada

Hace unos días, los medios de comunicación informaron a la población del término del acuerdo entre la Universidad de Costa Rica y la Caja Costarricense del Seguro Social, debido a las millonarias pérdidas que sufre la principal universidad pública del país por su participación en el importante programa de los EBAIS.

 

 

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A escasos días de que llegue la Noche Buena y termine el año, la gente comienza en una acelerada actividad de reuniones y fiestas con familiares, amigos y hasta conocidos; también se inicia un proceso importante de gasto, donde vemos el comercio abarrotado de gente, que anda en busca de regalos para obsequiar con motivo de ese relativa nueva costumbre del “amigo Invisible”, esa tradición importada del “Black Friday” para rematar en el intercambio de presentes en la Noche Buena.

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El diputado José María Villalta tiene un anteproyecto de ley en el cual busca que la propiedad de las radioemisoras esté en un porcentaje importante y mayoritario en manos de costarricenses. Esto por cuanto nadie duda de la importancia de este medio de comunicación social, para formar opinión pública al difundir información variada sobre temas de interés nacional.

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La mendicidad presidencial, hay que aclarar que no estoy insinuando que esta es  una característica de doña Laura, sino que me refiero a un estilo de gobernanza, eso sí que ella, a través de toda su práctica en la función pública, se lo vio hacer a sus antecesores.
Ahora es China Popular a la que recurrimos para mendigar pero antes era Taiwan, la China Nacionalista, también conocida como Formosa. Recordemos el Puente de la Amistad sobre el río Tempisque, también los fondos para pagar los sueldos de parte de los funcionarios de nuestro servicio exterior, a través de una fundación; solo para citar dos casos pero hubo muchas otras ayudas de la China Nacionalista hacia nuestro pobre país.
Un país es como una gran familia donde sus inversiones y gastos, por lo tanto, deben ser realizados, con iguales criterios de responsabilidad, austeridad y frugalidad, para así luego no tener que mandar a las hijas e hijos a una esquina a mendingar y exponerlos a sufrir los peligros propios de esa práctica poco digna de pedir dinero a extraños.
Esa forma de pensar y administrar el gobierno, es una muestra más de que nuestra clase política de turno, ya tocó techo y que la necesidad de una eficaz y eficiente gobernanza de este país, los sobrepasa por mucho en conocimiento y capacidad. Así que, si queremos parar con la mendicidad presidencial hacia China y a otros países, debemos volver los ojos hacia otras personas y grupos que tengan una visión diferente de cómo realizar una Administración Pública inteligente, visionaria y con los recursos existentes pero también con ideas inteligentes sobre otros recursos frescos, generados por saber estimular la producción nacional.
Además que, sin duda, toda esa ayuda de China Popular no será por nada, ya nos pasarán la facturita, la que ciertamente y como siempre, la terminará pagando el pueblo, no los políticos; o sea, una vez más, como dice el viejo refrán, salimos jodidos y agradecidos.
La mendicidad presidencial, hay que aclarar que no estoy insinuando que esta es  una característica de doña Laura, sino que me refiero a un estilo de gobernanza, eso sí que ella, a través de toda su práctica en la función pública, se lo vio hacer a sus antecesores.
La mendicidad presidencial, hay que aclarar que no estoy insinuando que esta es  una característica de doña Laura, sino que me refiero a un estilo de gobernanza, eso sí que ella, a través de toda su práctica en la función pública, se lo vio hacer a sus antecesores.
Ahora es China Popular a la que recurrimos para mendigar pero antes era Taiwan, la China Nacionalista, también conocida como Formosa. Recordemos el Puente de la Amistad sobre el río Tempisque, también los fondos para pagar los sueldos de parte de los funcionarios de nuestro servicio exterior, a través de una fundación; solo para citar dos casos pero hubo muchas otras ayudas de la China Nacionalista hacia nuestro pobre país.
Un país es como una gran familia donde sus inversiones y gastos, por lo tanto, deben ser realizados, con iguales criterios de responsabilidad, austeridad y frugalidad, para así luego no tener que mandar a las hijas e hijos a una esquina a mendingar y exponerlos a sufrir los peligros propios de esa práctica poco digna de pedir dinero a extraños.
Esa forma de pensar y administrar el gobierno, es una muestra más de que nuestra clase política de turno, ya tocó techo y que la necesidad de una eficaz y eficiente gobernanza de este país, los sobrepasa por mucho en conocimiento y capacidad. Así que, si queremos parar con la mendicidad presidencial hacia China y a otros países, debemos volver los ojos hacia otras personas y grupos que tengan una visión diferente de cómo realizar una Administración Pública inteligente, visionaria y con los recursos existentes pero también con ideas inteligentes sobre otros recursos frescos, generados por saber estimular la producción nacional.
Además que, sin duda, toda esa ayuda de China Popular no será por nada, ya nos pasarán la facturita, la que ciertamente y como siempre, la terminará pagando el pueblo, no los políticos; o sea, una vez más, como dice el viejo refrán, salimos jodidos y agradecidos.
La mendicidad presidencial, hay que aclarar que no estoy insinuando que esta es  una característica de doña Laura, sino que me refiero a un estilo de gobernanza, eso sí que ella, a través de toda su práctica en la función pública, se lo vio hacer a sus antecesores.

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