Viernes, 06 Febrero 2015 08:38

Algunos frutos de la Felicidad Filosófica

Hace unas semanas señalábamos que era imposible a la humanidad, disfrutar de la felicidad permanente, mientras esta se encuentre escondida en la inmensa selva del desconocimiento.
Esta realidad es lamentable, porque el anhelo principal de las personas, es ser feliz; sin embargo, este singular tesoro, ha permanecido escondido a través de la historia.

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Para terminar con este período milenario de oscuridad, ha sido publicado el libro La Ruta del Hechizo, el cual presenta a la Felicidad Filosófica, para que sea un faro de luz en el camino a la felicidad.
Pero antes de continuar con este comentario, es necesario aclarar que la Felicidad Filosófica, es un estilo de vida, es una filosofía de vida, y solamente concebida de esta manera, es que podemos hablar de felicidad permanente.
Clarificado lo anterior, diremos que la Felicidad Filosófica busca promover el equilibrio, la disciplina y la armonía en todas las áreas de nuestra vida, y así cultivar sabiduría, paz y un bienestar general en la persona.
Por ejemplo, una pareja donde ambos practican la Felicidad Filosófica, indudablemente estará más cerca del amor ideal.
La relación entre dos amigos que han integrado la Felicidad Filosófica a sus vidas, sin lugar a dudas, se aproxima más a la amistad ideal.
La armonía y el bienestar en el hogar se fortalecen prodigiosamente cuando cada uno de sus miembros conduce su vida guiado por la Felicidad Filosófica.
En la empresa donde se practique la Felicidad Filosófica, habrá mayor productividad y prosperidad para todos, pues en un ambiente de felicidad permanente, todo funciona sustancialmente mejor.
Un equipo deportivo, artístico o cultural donde cada uno de sus miembros incorpore a su vida la Felicidad Filosófica, logrará resultados competitivos extraordinarios.
En fin, un país que incluya el curso de la felicidad permanente en el sistema de educación secundaria y universitaria, obtendrá egresados de mayor elevación y sus resultados serán excelentes; pues un país es el reflejo de la calidad de su gente.
Porque, cuando la persona logra incorporar la felicidad como una filosofía de vida, significa que ha logrado cultivar antes, una mente sana y enaltecida que le permite el manejo creativo de las emociones, así como practicar una conducta ejemplar y una disciplina de vida, capaces de alcanzarla; es decir, como ser humano ha conquistado niveles superiores, lo que se traduce en relaciones llenas de empatía y honestidad con sus semejantes, y al mismo tiempo, tendrá un desenvolvimiento ejemplar en todos los otros campos donde interactúe, inclusive en el ámbito político, profesional y el empresarial. Ya que su estado de ánimo, sabiduría, optimismo, salud integral, paz y bienestar general, experimentan un nivel óptimo, convirtiéndolo en la persona ideal.
Ernesto Villavicencio Ruiz

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